domingo, 14 de noviembre de 2010

Nosotras necesitábamos San Teleco.

Un día inusual como es este, empezó de manera inusual como cabía esperar. ¿Por qué fue así? ¡Coño! ¡A las 11 de la mañana estábamos todos en pie! Sí sí, Sandralín incluída. Manda cojones, que el primer día que se "madruga" en este piso, sea para irse de fiesta.

Mientras abandonábamos a Piñi a su suerte, ya que no hubo manera de que nos acompañase, y la chantadina ya estaba por tierras viguesas, Sandralín y una servidora nos dirigimos a coger un bus a las 3 que nos llevase hasta el Cuvi, después de varias dudas sobre si sería la parada correcta o no en la que nos encontrábamos, era tal la expectación por acudir a esta fiesta, que nos quedamos sin plaza en el bus por una persona. A primera vista parece la primera decepción del día pero no, porque a los 15 minutos mandaron un bus de refuerzo que nos llevo ¡gratis! Y fue entonces cuando la felicidad empezaba a invadir nuestras venas, felicidad y alcohol, que estábamos ansiosas.

Y llegamos al Cuvi, y empezaron las risas, y corrieron los litros de vino, y se entonaron canciones del estilo ¿Bailaches Carolina?. La estancia en Teleco nos deparó anécdotas varias. Con la chantadina nos hicimos pasar por unas tal Carolina y Alba y fuimos presentadas a varios personajes por allí presentes. Sandralín en un intento desesperado de frenar los grados de alcohol que iba adquiriendo, ya que aún no devían ser ni las 6 de la tarde, se comío un trozo de empanada, seguido de dos chupitos de crema de orujo, que tampoco era cuestión de frenar el ritmo de golpe, para posteriormente deleitarnos con el momentazo de la tarde, apropiarse de tres cervezas de un capacho con hielos de propiedad privada, ante la atónita mirada de los dueños. Aclarar que Sandralín pensaba que era alcohol gratis y rapidamente las devolvió.

Por si el Cuvi ya no está alto, subimos un poco más hasta Miralles, no sin pararnos en el camino a acariciar a un par de perros que por allí se encontraban, más bien al husky , al otro solo le hacía caso Sandralín. A estas alturas hubo bastante más vino, sobre todo por parte de mi persona, y fotos varias que posteriormente apenas recordaríamos. No se muy bien a que hora decidimos bajar hasta Vigo, ni recuerdo con totalidad el trayecto, pero como siempre la bajada en bus no decepcionó, la chantadina y Somi, a ritmo de Camarero camarero, amenizaron el trayecto.

La estancia en casa de Somi y Alba fue breve, pero intensa, ya que dio tiempo a que se nos callera un bote de no se bien que y de no se tampoco quien en el vater ante nuestra atónita mirada y descojonamiento. Se rumorea (más bien lo ha comentado Sandralín en una foto en el tuenti) que también nos quedamos atónitas ante un secador rectangular, tranquilos, yo tampoco le encuentro sentido alguno a lo que acabo de escribir, pero creo que con un par de litros de vino encima, es la mar de gracioso.

Tras cenar, bajamos en taxi hasta al naútico no sin antes cruzarnos con el chico que le tira los tejos a la chantadina en el auditorio, y mantener conversaciones varias con el taxista. Hubo algo más de alcohol, partidas de dardos y canis varios. ¿Y todo esto en qué desemboca? En el gran personaje de la noche: ¡Manolo! ¡Ai Manolo! Un pobre hombre que veía menos que nosotras tres juntas y que aún tenía más ganas de fiesta y de algo de cocaína. Sandralín se hizo colega (como era de esperar) teniendo conversa profundas con él sobre su signo del zodiaco y además de enamoró de su amigo, que sí, el chabal era un buenazo, porque había que tener ganas de aguantar a Manolo. Pero Manolo se fue, no sin antes dejar su rastro (...) y recibir algún que otro golpe el pobre.

Chantada se retiró, y Sandralín y yo, con Alba, nos dirijimos a culminarlo todo con unos perreos. Cuando pensé que no me podía reir más, en lo que iba a ser un inocente viaje el baño, me encontré con un amigo en un estado de borrachera más que avanzado y con el que me eché las últimas risas de la noche. Sandralín preocupada me llamó, y me reuní de nuevo con ella para ir a la estación a dormir un rato mientras esperábamos el tren que nos llevaría a nuestro acogedor hogar.

Por el camino aún nos reímos de un par de personajes con aspecto gay
que viajaban en el vagón que por momentos hablaban en andaluz sin explicación alguna, y un par de frikis que no llegamos a averiguar a que estaban jugando con las cartas. Y llegamos a casa, no sin que antes se me subiera el gemelo izquierdo, a ritmo de tractores, cosechadoras, 3 0 4 empacadoras.

Sandralín y una servidora dormimos hasta basicamente la noche siguiente (yo hice un descanso en mi sueño para ver Mujeres y Hombres, todo sea dicho) y la chantadina no dio señales de vida hasta la mañana del viernes. Las agujetas, se hicieron notar durante días.

4 comentarios:

  1. Todavía estoy esperando el día en el que alguien relate un día de estudio en esa casa

    ResponderEliminar
  2. AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAJAJAJAJAJJAJAJAJAJJAJAJJAJAJ

    dios dios dios dios dioooooooooooooos ajajajajjajajajajajajajjajajajajajajajjajajajja

    que bien escribes mer ajajajjajajajajajajjajaja

    aish mi maaaaa

    ResponderEliminar
  3. no es por nada... pero dices que manolo vino a por coca y luego pones que me hice rapidamente amiga del ellll.... ajajajajajajjajajajajajaajjajaajjajaajajajjaajajjaajajajajjajajajajajajajajaajajajjaajajajjajjajaj

    menos mal que no malpensaaraan..... ¬¬

    ResponderEliminar